
La noche en la que Orihuela volvió a latir bajo las alas del Oriol
La Gloriosa Enseña del Oriol se expuso esta noche públicamente ante cientos de personas congregadas en la puerta del Ayuntamiento de Orihuela para vivir uno de los actos más emblemáticos de las Fiestas de la Reconquista y de Moros y Cristianos 2025. El alcalde Pepe Vegara ha presidido este acto institucional, junto a la Síndica Portadora de la Gloriosa Enseña del Oriol, María Ángeles Esteban Abad, acompañados por la concejala de Festividades, Rocío Ortuño, así como por el presidente de la Asociación de Fiestas de Moros y Cristianos, Enrique Riquelme, la Armengola, Ana Belén Navarro, y los embajadores Moro y Cristiano, Francisco Javier López Fabregat y Vicente Calderón, respectivamente. Además, de la presencia de la corporación municipal y del resto de autoridades.
Desde el balcón principal del Ayuntamiento de Orihuela, el alcalde Pepe Vegara pronunció un emotivo discurso en el que evocó la leyenda de la Armengola y el orgullo de pertenencia a la ciudad: “Si un oriolano o una oriolana, se encuentre en el lugar del mundo en que se encuentre, sobre todo si es lejos de Orihuela, oye referir una historia que habla de una mujer increíble que fue capaz con inteligencia y talento de capitanear la reconquista de una ciudad a la que la palabra hermosa no le hacía justicia por insuficiente; una historia en la que dos valientes vestidos de mujer la acompañaron en su labor de generosidad y valentía, y fueron ganando con ella puerta a puerta, muralla a muralla, una de las alcazabas más inexpugnables de cierto antiguo reino; una historia en la que el cielo se alió con sus fieles para marcar e iluminar el camino que los había de llevar a la victoria sobre el que los quería aniquilar; una historia en la que todo un pueblo se unió y se levantó como un solo ser, para ir al encuentro de sí mismo y celebrar lo que era y sobre todo lo que quería ser, ese oriolano, esa oriolana, no tendrá más remedio que reconocerse y sentir en lo más profundo de su alma que el sentimiento de pertenencia a Orihuela es uno de los más poderosos que puede mover el alma de un hombre o una mujer. Ese oriolano esa oriolana se sentirá miembro de aquel pueblo que acompañó a la Armengola en la más hermosa gesta de nuestro acervo legendario”.
Vegara ensalzó la valentía de Hermenegilda Eugenia y de quienes la acompañaron. “Imagináosla tratando de convencer a los habitantes del arrabal de que era posible, de que la fe, de que la esperanza, harían que el objetivo fuese alcanzado. Imagináosla frente a un pueblo entero, que la miraría incrédulo, escuchándola decir que entre todos sería posible, que el esfuerzo conjunto haría que barreras que durante muchos años se había mostrado como infranqueables, pudiesen caer. Pensadla respondiendo con seguridad a los escépticos, a los que no eran capaces de ver que era posible cambiar las cosas a mejor, a los que estaban seguros de que no era posible mejorar, a los que cuchicheaban entre sí murmurando que al fin y al cabo ella era solo una mujer, una mujer seguramente ingenua. Pensadla tomando, a pesar de los recelosos, un hato breve, como de pasar una noche en el castillo y salir a la penumbra de la calurosa tarde del julio orcelitano sin mirar atrás. Arún y Ruidoms, con ella, haciendo también desprecio del temor y casi de sus vidas, persiguiendo el anhelo claro de lograr para todos una Orihuela mejor”.
Durante su intervención, el alcalde animó a seguir conservando lo que hace única a Orihuela: “Miremos hacia delante, sigamos encontrándonos en ese orgullo que nos ha hecho ser lo que somos y despreciemos la parte de él que nos impide avanzar como uno solo”. Reconoció también el papel de los cargos festeros de este año y dedicó palabras especiales a la Síndica: “Tú también eres, sin duda, una de esas mujeres Armengola. Toda Orihuela pondrá en tus manos su símbolo más amado. Recuérdalo siempre: el Oriol no es solo una bandera, es un trozo vivo de historia, de cultura y de identidad”.
Por su parte, la Síndica Portadora de la Gloriosa Enseña del Oriol 2025, María Ángeles Esteban Abad, emocionó al público con un discurso vibrante en el que tradición, ciencia y educación se dieron la mano como pilares del presente y del futuro de Orihuela. Comenzó recordando el poder simbólico del Oriol, “que sacude el alma y nos congrega”, y agradeció al alcalde y a todos los grupos municipales la confianza depositada en ella.
DISCURSO ÍNTEGRO
Es estremecedor contemplar desde aquí lo que acaba de suceder, que no es más que el poder magnético de nuestra Gloriosa Enseña que, con apenas recorrer un breve trayecto por el interior de la casa consistorial, logra sacudirnos el alma y congregarnos. Aquí estamos, bajo su balcón como en una ronda espontánea de amor y devoción, conteniendo la respiración mientras la esperamos. Y entonces, puntual a su cita con la historia, surge ante nuestros ojos emocionados el Oriol, nuestro Oriol. Majestuoso en su imponente presencia, eterno en su simbolismo, sublime en su legado histórico. Acabamos de vivir ese instante que cada año nos recuerda por qué somos quienes somos.
¡Buenas noches Orihuela!
Permitidme comenzar recordando a quien caminó antes que yo por este mismo lugar. A mi querida amiga Chelo, Síndico del año pasado, cuya fuerza y coraje siento en esta noche inolvidable.
Me encantaría que no escucharais hoy mi voz, sino el latido frenético de mi corazón, que os debe su alegría. Es un gran honor y un privilegio incomparable ser vuestra Síndico este año. Una vez más me encuentro ante Orihuela con una deuda de gratitud que solo crece con el tiempo.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a Pepe Vegara, nuestro alcalde, por proponer mi nombramiento y concederme así uno de los mayores privilegios de mi vida. A todos los grupos municipales, por su respaldo unánime y su generosa confianza. Y especialmente, a cada uno de vosotros, por las muestras de cariño, afecto y entusiasmo que me habéis regalado; por esas sonrisas, esos gestos y esas palabras que atesoraré para siempre. Hoy no soy solo una Síndico agradecida, sino una vecina emocionada por poder devolver a esta tierra, una ínfima parte de todo lo que ella me ha dado. Muchísimas gracias, de todo corazón.
La Fiesta, en su efímera explosión de alegría, es mucho más que un simple paréntesis en la rutina, es la cosecha de doce meses de siembra y continuos cuidados. Detrás del aparente caos festivo existe todo un mecanismo de precisión, donde cada elemento, cada color y cada tradición son fruto de incontables horas de planificación, esfuerzo compartido y pasión desbordante. Lo que el público ve como espontáneo es, en realidad, una coreografía perfecta, tejida en reuniones interminables y asumida con altruismo. Esta es la paradoja esencial de nuestra tradición y fiesta: su magia radica precisamente en cómo transforma el trabajo en pura celebración y regocijo.
Porque la verdadera esencia festiva no está solo en el estallido final, sino en ese largo camino recorrido juntos, donde cada detalle, por pequeño que sea, lleva impregnado el sudor, la ilusión y el compromiso de toda una comunidad. Por eso, quiero agradecer la visión y coordinación de nuestra Asociación, el ingenio y la creatividad de cada comparsa que reinventa nuestra tradición y el trabajo de miles de manos anónimas. Vosotros sois el alma de esta celebración, los artífices de nuestra felicidad. Por eso hoy, en medio de este bullicio, quiero detenerme un instante para deciros: ¡Gracias por hacer posible este sueño colectivo!.
Quiero comentar ahora con vosotros una reflexión personal. Para mí, cada manifestación que vivimos en la calle estos días guarda un sorprendente parecido con un experimento científico magistralmente ejecutado. Imaginadlo: para que un desfile resulte impecable, armonioso y vibrante, requiere una planificación milimétrica. Se ensaya cada movimiento, se prepara cada elemento participante y se controlan variables como el orden o la música, buscando siempre la perfección. Durante su desarrollo, yo observo atentamente las reacciones, tanto de los participantes como del público, al igual que cuando analizo los datos en mi laboratorio.
Del mismo modo, en la investigación, todo comienza con un diseño meticuloso, también se controlan variables, y seleccionamos materiales y aparatos de gran precisión para obtener los resultados. Tanto en el desfile como en el método científico, al finalizar, llega el momento clave y más importante, el de evaluar, aprender y mejorar: ¿qué funcionó?, ¿qué podemos pulir?. La clave está en esa mirada crítica y apasionada que, en mi caso, une a la científica y a la festera. Una mirada que es capaz de transformar lo observado en aprendizaje y conocimiento, o en belleza y entretenimiento. Ambas, fiesta y ciencia, son búsquedas de la excelencia, donde la disciplina y la creatividad se dan la mano para lograr algo extraordinario. Y ambas, os lo aseguro, pueden llegar a enamorar.
Permitidme que os comparta ahora una verdad que, a menudo, pasa inadvertida: el saber no es algo ajeno a nuestra tradición, sino su aliado silencioso. Los moros y cristianos no son solo emoción desbordante o música que estremece el alma; son también un prodigio de conocimiento aplicado. Pensad en ello: La historia y la arqueología reconstruyen nuestros orígenes, descifrando cómo aquellos enfrentamientos medievales se transmutaron en esta conmemoración. La sociología y la antropología revelan cómo fortalecen nuestra identidad y tejen vínculos que perduran generación tras generación. La psicología demuestra que participar en la Fiesta eleva el ánimo y crea resiliencia colectiva.
Pero hay más. La ciencia experimental es la orfebre invisible de nuestro asombro. La química es la que pinta en el cielo con sus fórmulas magistrales, convirtiendo la pólvora en luz, color y sonido controlado. La física domina el eco de los disparos, esculpe la iluminación teatral y hace levitar carrozas como por arte de magia. La biología, mañana y siempre, nos ayudará a entender cómo se comporta nuestro cuerpo en condiciones de esfuerzo, de cansancio o de temperatura extrema, y a proteger nuestro entorno. La próxima vez que admiréis un desfile, ojalá que sea el de mañana, recordad que detrás de cada detalle hay décadas de innovación y rigor científico. Nuestra fiesta es un espacio donde la ciencia trabaja, como casi siempre, detrás del telón, entre bambalinas, para hacerla posible y cada vez más emocionante, segura y espectacular. Apostemos por ella y mejorará, no solo nuestra fiesta, sino también nuestra calidad de vida.
Dicho esto, sé que no estamos aquí para hablar solo de ciencia ¿verdad?.
Como Síndico, asumo el compromiso de servir a Orihuela y contribuir, junto con todos vosotros, al progreso que anhelamos. Señores de los gobiernos regional y nacional, quiero recordarles, con la firmeza que exige nuestra realidad, que nuestra comarca sigue esperando la ejecución de obras estratégicas pendientes que son de su competencia y que llevamos años reivindicando. Destacaré solo dos. Necesitamos disponer de una red de comunicaciones eficiente que una definitivamente nuestro extenso municipio, conectando el casco urbano con nuestra costa y pedanías, y que acabe así con el aislamiento que lastra nuestro desarrollo. La segunda son nuevas infraestructuras hidráulicas que nos protejan de las cada vez más frecuentes DANAs. No hablamos solo de salvaguardar nuestro patrimonio monumental ni artístico, o joyas de incalculable valor como son nuestro palmeral o nuestra huerta, sino algo mucho más fundamental, hablamos de proteger nuestras vidas. Creo que no son una petición, son una necesidad inaplazable. Nuestra tierra merece soluciones concretas y una inversión proporcional a la altura de su valor histórico, cultural y económico.
Con el pecho lleno de orgullo de pertenencia y esa impaciencia que solo provoca el amor por lo nuestro, estamos asistiendo al renacer de los testigos mudos de nuestra historia. Ejemplos son la rehabilitación de la Caja de Ahorros Nuestra Señora de Monserrate, la transformación integral de las oficinas y despachos que un día albergaron los antiguos Juzgados o el rejuvenecimiento de las majestuosas y coquetas estancias del Palacio de Rubalcava, donde recientemente redescubrimos la antigua Uryula. Ese palacio es el último que nos ha hablado de un milagro repetido. Cuando se desvelan las capas del tiempo, como ocurrió con esos baños árabes del siglo XI emergiendo en el jardín, Orihuela nos recuerda que lleva siglos escribiendo su epopeya entre azahares y leyendas. Cada ladrillo restaurado, cada freso recuperado, nos habla de un legado triple – natural, cultural e histórico – que no es mera herencia, sino promesa de futuro. Porque estos edificios no son reliquias estáticas, sino las páginas visibles de ese libro vivo que es nuestra ciudad, donde cada generación escribe su capítulo sin borrar los anteriores.
Pero todo este esplendor de piedra y memoria palidece sin su verdadera alma: nosotros, las oriolanas y los oriolanos. Porque el verdadero tesoro de nuestra ciudad no está en sus venerables muros, sino en la mirada de quienes los contemplamos admirados, en las manos que los cuidan y en el corazón de quienes, como nosotros, seguimos esculpiendo día a día esa realidad donde se funden pasado, presente y porvenir. Estoy convencida de que la fuerza transformadora de nuestra comunidad reside en el poder liberador de la educación. Cada uno de nosotros alberga talentos excepcionales, sueños que merecen volverse realidad y, sobre todo, la capacidad única de contribuir al bien común. La educación no es solo un camino; es la llave maestra que abre y desbloquea nuestro potencial individual y colectivo. Cuando invertimos en formación y en investigación, no solo elevamos nuestras propias vidas, sino que mejoramos el futuro de Orihuela gracias a la innovación y al desarrollo que conllevan.
Imaginemos por un instante el impacto multiplicador que causaría si nuestros agricultores dominaran técnicas de vanguardia que reconcilien productividad y sostenibilidad; si nuestros artistas transformaran calles y plazas en galerías al aire libre que narraran nuestra identidad; si nuestros jóvenes lideraran la revolución tecnológica en energía limpia, digitalización o inteligencia artificial aplicada al bienestar social.
Visualicemos una Orihuela donde la sabiduría práctica de nuestros mayores dialogara con la audacia innovadora y el atrevimiento de las nuevas generaciones, donde cada oriolano fuera un peldaño para construir una economía del conocimiento arraigada en nuestro territorio; donde el mérito y el esfuerzo fueran los cimientos de una sociedad más justa y dinámica. Todo esto no es un sueño lejano, puede ser nuestro futuro, un futuro que podemos empezar a construir hoy mismo. Porque cuando la educación se convierte en acción, tiene un impacto tan grande y transformador que haría que viéramos a Orihuela como un faro de progreso, como una ciudad vibrante, próspera y llena de oportunidades. Entonces sí que veríamos resurgir a la Orihuela que todos deseamos. El momento es ahora. Hagamos juntos que todo este potencial sea una realidad. Seamos los catalizadores de esa transformación. Porque el futuro no está escrito; lo escribimos nosotros, con esfuerzo, dedicación y, por supuesto, con más educación. Trabajemos juntos para construir un futuro brillante para Orihuela.
Acabo ya, no sin deciros que empieza lo mejor. Estamos en el epicentro de nuestra semana grande, dejemos que la música nos una, los abrazos sean infinitos y cada risa llene el aire de alegría contagiosa. ¡Esto es nuestro!. Aprovechemos cada segundo porque estas son las noches que después se vuelven leyenda.
¡Viva la Gloriosa Enseña del Oriol!
¡Viva Orihuela!
Muchas gracias y ¡Arriba la Fiesta!
María Ángeles Esteban Abad
Síndico Portadora de la Gloriosa Enseña del Oriol 2025
Para cerrar el acto, todos los asistentes cantaron a viva voz el Himno de la Comunidad Valenciana, para dar paso a la recepción institucional en la que María Ángeles Esteban rubricó su firma en el Libro de Honores y Distinciones de la Ciudad, y en la que la concejala de Festividades, Rocío Ortuño, le dedicó unas palabras: “Tenemos un tesoro único en Orihuela, el cual somos todos responsables de cuidar y mantener. Ese tesoro son nuestras Fiestas de la Reconquista y de Moros y Cristianos, nuestra leyenda, nuestro símbolo, nuestra tradición”.
Continuó Ortuño destacando que “en el respeto a Orihuela, sus tradiciones y sus gentes, se sustenta el bienestar de todos. Y es en ese bienestar en el que todos debemos de focalizar nuestra fuerza”.
Para finalizar con tres adjetivos: “Emoción: Al ver un pueblo unido al son del Himno de la Comunidad Valenciana, con la mirada fija en nuestra Gloriosa Enseña del Oriol y siendo parte de la historia que escribimos cada año; Respeto: Por aquellos que han trabajado tanto porque hoy estemos aquí y los que vendrán; y Honor: De escuchar en el balcón del Ayuntamiento las palabras de la Síndica Portadora de la Gloriosa Enseña y que sea tu persona la que represente a todos los oriolanos y oriolanas. Una mujer constante, sincera, trabajadora y valiente”.